mercoledì 17 novembre 2010

Maratón de Nueva York.

Realmente es muy difícil describir con palabras lo que he vivido.

Domingo 7 de Noviembre de 2010, corrí mi primera maratón, la maratón de Nueva York, pasando por todos los cinco barrios de Nueva York: Staten Island, Brooklyn, Queens, Bronx y Manhattan.

El despertador aquel día tocó a las 4:30. Pero tenía una hora más de sueño - o más bien, una hora más de no dormir! - por el cambio de hora.

A las 5 todos listos en el autobús que nos llevó desde el hotel, directamente al area del comienzo de la Maratón, cerca del puente Verrazano.

A mi llegada, antes de las 6 de la mañana, la tensión era ya muy alta, voy a la carpa en busca de refugio, por el frío, pero estaba ya muy llena de gente. Para pasar el tiempo, conversé con un oftalmólogo de Tennessee y un niño de mi ciudad en Italia, Piacenza. El mundo es muy pequeño! Después de la larga espera para ir al baño, ya llegaron las 9. Es la hora de hacer cola para llegar a los corrales, desde los corrales, nos trasladamos a la zona de salida, en la rampa del puente. Son las diez y unos minutos. Todos nos miramos y la emoción es increible. Sabemos todos que en unos minutos tendrá inicio nuestra aventura.

El cañonazo toca. En frente de mi, veo a miles de personas que comienzan a correr, por ahora puedo sólo caminar, tomará aproximadamente 2 minutos antes de que yo tambien pueda empezar a correr.

Aquí estamos, la maratón ya empezó! Tengo la suerte de llevar un cupo naranja, porque somos los que pasaremos por el nivel superior del puente. Un fuerte viento y un sol agradable, me empujan. Mirando hacia la izquierda veo los rascacielos de Manhattan, realmente pequeños! Me dije a mí mismo: "pero realmente tengo que llegar hasta alla?!"

En pocos minutos ya estoy en Brooklyn, muy bonito. Aqui me crucé con las primeras miles de personas que gritan. Sonrío y levanto mi dedo pulgar cuando pronuncian mi nombre. El público en realidad es de gran ayuda.

No me doy cuenta que pasan casi dos horas y ya me encuentro frente al puente Pulaski que conecta Brooklyn con Queens, exactamente el punto medio de la maratón. Me siento bien y afronto el puente a mi ritmo habitual.

Desde aqui veo a mi enemigo principal, el puente Queensboro, y en un par de millas estoy en su interior. No hay nadie alentándonos, sólo miles de corredores en el silencio más absurdo. La subida termina y comienza el descenso, como comienzan tambien los gritos de miles de personas, que nos dan la bienvenida a Manhattan.

Dos curvas y ya estoy en la Primera Avenida, un espectáculo único, música, gritos y un ruido increíble que nos acompaña.
Veo a mis padres, bajo la marcha, me acerco, les abrazo, lloro. Vuelvo en marcha de inmediato. Un momento de mi vida que nunca olvidaré.

Estoy de vuelta en la carrera, solo, aunque me encuentro entre los otros miles de corredores, con el apoyo de miles de personas a ambos lados de la carretera.

Es alli, en la milla 17, a unos 15 km para llegar, que comienzan los calambres. Ahora las subidas y las bajadas de la Primera Avenida son mucho más marcadas que en la primera parte. Las piernas empiezan a doler. Es difícil, pero continuo.

km 32, en Bronx, las piernas duelen mucho. Agua y Gatorade afortunadamente me ayudan por unos metros cada vez que los tomo y parece que el dolor disminuye ligeramente. Pero la mente esta siempre a la maxima altura de su fuerza.

Pienso que no importa el costo, no debo detenerme y en el Central Park hay una medalla que me espera, QUIERO esa medalla!

Vuelvo a Manhattan, a través del último odiado puente, y llego a otro momento difícil, quizás el más difícil junto con el puente de Queensboro, el km 37. Estudié bién el camino y la Quinta Avenida es recta, pero en este punto, hay más de un km de subida, cuando faltan unos 3 millas de la meta. La subida es pesada y mis piernas se ponen mas tensas. Tengo que seguir mas lento, a pesar de eso, esta vez tampoco me detengo! Cuento los minutos que me separan del final de esta maldita milla y poco a poco pasan.

Ahora estoy en Central Park en el km 40. Una vez más, gran multitud de gente. No sé como, pero encuentro la fuerza para acelerar en los últimos 2 km. Paso frente al Plaza Hotel y veo la señal que faltan 800 metros. Regresa la sonrisa en mi cara, a pesar del dolor extremo en las piernas. Siento que en pocos minutos mi sueño se realizará y podré mostrar con orgullo mi medalla.

Paso Columbus Circle, doblo a la derecha y vuelvo al Central Park. Veo la meta y la paso. Levanto los brazos en señal de victoria, pero tengo que llevarme las manos a la cara por la fuerte emoción, capturada en fotografías que permanecerán para siempre.

4 h 24 m 54 s.

Luca, 27 años, maratonista.